La historia de los juegos es paralela a la de la civilización humana. De hecho, la primera evidencia de juegos de azar proviene de la antigua Mesopotamia, donde los dados se usaban hace unos 5.000 años. Lo que esto demuestra es que los humanos, durante mucho tiempo, disfrutaron de la emoción que conlleva el riesgo y la euforia que conlleva la ganancia. En parte, esa es también la razón por la que apuestan los ricos.
La psicología de los ricos en el juego
Aunque muchas personas en todo el mundo han logrado convertir el juego en un trabajo lucrativo, algunos de ellos ganan millones, el juego sigue siendo una forma de entretenimiento. Aún así, muchas personas piensan que pueden enriquecerse jugando de la noche a la mañana.
Entonces, ¿qué explica a los súper ricos que tienen la costumbre de apostar en los juegos de azar? La respuesta comienza con el hecho de que el juego es una actividad emocionante que libera serotonina en nuestro cuerpo (la sustancia química de la felicidad). Hay entusiasmo por apostar dinero con la esperanza de obtener aún más, y eso va para ricos y pobres. También es importante tener en cuenta algunas otras cosas.
La adrenalina del juego
Para que haya una emoción, la suma de dinero apostada debe ser lo suficientemente grande como para hacer que «tema» perderla. En otras palabras, un multimillonario apostando $20.000 en un juego de Blackjack equivale a una persona con ingresos promedio apostando, digamos $ 500. Tu cerebro necesita creer que tienes algo que perder para que el juego te dé esa descarga de adrenalina.
El hábito de correr riesgos
Los ricos probablemente tuvieron que apostar mucho para llegar a donde están ahora. Por ejemplo, tomar riesgos en nuevos proyectos, invertir en productos que a menudo son desatendidos por la mayoría, invertir en acciones de riesgo, etc. De esta forma, tomar riesgos también se convierte en parte de tu personalidad, ya sea en el trabajo o en una mesa de casino.
Presión social
El juego a menudo se asocia con un estilo de vida lujoso, autos veloces, ropa de diseñador, relojes de oro, champán y casinos. Esta creencia fue perpetuada por las referencias a la cultura pop en las películas de James Bond, la serie Oceans y más, y se ha grabado en nuestras mentes. A los ricos también les gusta mostrar su riqueza en los casinos, a menudo a través de la «presión social», aunque hay quienes juegan porque realmente disfrutan del juego.
El lado oscuro
Es importante destacar que hay una gran diferencia entre jugar por diversión y jugar por obligación. Muchas personas, tanto ricas como pobres, pueden terminar endeudadas debido al juego. Muchos aristócratas del pasado han visto diezmadas sus fortunas por sus hábitos de juego poco saludables. Además, en ciertos casos, el juego se convierte en una salida para problemas en el trabajo o en casa. Los ricos no son inmunes a los problemas personales y profesionales, y el juego puede convertirse en una adicción.
Si no eres rico, ¡no juegues como si lo fueras!
No todo el mundo puede permitirse el lujo de sufrir grandes pérdidas. Siempre es mejor apostar solo lo que puedas pagar, en lugar de apostar una gran cantidad que podría arruinarte. Recuerda que el juego es un juego de azar y, si bien la habilidad puede ayudarte a aumentar tus posibilidades hasta cierto punto, nunca puedes estar seguro de ganar la siguiente ronda. Los ricos pueden perder grandes sumas de dinero porque saben que lo recuperarán pronto a través de su trabajo o inversiones, pero este no es el caso de todos los jugadores.
¡Los juegos de casino son para todos!
Los juegos de casinos son algo que disfrutan tanto los ricos como los no tan ricos, aunque probablemente por diferentes razones. Para las personas de ingresos medios, el juego es emocionante, pero también existe la posibilidad de ganar un gran premio; para los ricos, el juego es un pasatiempo que los entusiasma, pero ganar, aunque es genial, no es algo que cambie su forma de vida. Puedes acceder a juegos gratuitos y practicar antes de apostar tu dinero. Visita nuestros casinos recomendados y encuentra los mejores bonos de bienvenida.